Antioxidantes en cosmética

ANTIOXIDANTES EN COSMÉTICA

La piel cuenta con antioxidantes propios, pero no siempre son suficientes para combatir la intensa actividad de los radicales libres que genera frente a la exposición solar, la contaminación, el humo del tabaco o el mismísimo estrés psicológico. La cosmética ofrece un sinfín de moléculas para combatir su producción excesiva y sus consecuencias, que fundamentalmente son envejecimiento prematuro e irritaciones.

ANTIOXIDANTES CONTRA RADICALES LIBRES

Para comprender cómo funcionan los antioxidantes contenidos en las fórmulas de la cosmética, primero hay que entender cómo se comportan los radicales libres, responsables de la oxidación y el envejecimiento cutáneo.

Cada uno de nuestros órganos está compuesto por células, pequeñísimas unidades con vida propia, que aseguran su correcto funcionamiento. Estas células están sometidas a una renovación constante, según instrucciones genéticas albergadas en su núcleo o ADN.

La piel, que es el órgano más extenso de nuestro cuerpo, también está compuesta por células que nacen, maduran y mueren para ser sustituidas por otras. Poseen una membrana de carácter lipídico que protege su contenido, media con su entorno y establece qué sustancias penetran y qué sustancias no.

La integridad de estas células tan importantes se ve comprometida por los radicales libres, moléculas generadas por nuestro propio organismo para defenderse de bacterias y virus.

Cuando se producen en exceso, merced a una compleja reacción en cadena, atacan las mismas células que protegen. El oxígeno, el sol o el tabaco, pero también las enfermedades, el alcohol o el ejercicio exagerado, generan una sobrecarga de radicales libres.

Los radicales libres que no se neutralizan acaban por oxidar la membrana lipídica y el ADN celular. Esta degeneración conduce inexorablemente al envejecimiento prematuro de la piel.

EL ENEMIGO DE LOS ANTIOXIDANTES

Enemigo de los antioxidantes

Son los radicales libres, moléculas que se caracterizan por tener un electrón desparejado en su órbita. Esta circunstancia les lleva a robar el electrón que necesitan para estabilizarse. Se lo quitan a otro radical, que queda inmediatamente desparejado, a la búsqueda de la carga que le falta.

Esta reacción en cadena es extraordinariamente rápida, dada la enorme inestabilidad y la gran reactividad de estas moléculas que tienen una vida efímera, pero poseen una gran capacidad para combinarse con la mayoría de las moléculas celulares (lípidos, proteínas, ácidos nucleicos)

Las mitocondrias por ejemplo, que son las centrales energéticas de las células, son especialmente atacadas por los radicales libres, ya que son grandes consumidoras de oxígeno, que es una “gasolina” altamente oxidante.

A la vista de todo esto, hay que recordar que no sólo la piel necesita antioxidantes. Los productos cosméticos e incluso los alimenticios, también necesitan sustancias antioxidantes que eviten su enranciamiento, un proceso natural que ocurre por oxidación o hidrólisis.

La vitamina E o Tocopherol es uno de los antioxidantes más empleados en cosmética no sólo por sus efectos beneficiosos sobre la piel, sino por su capacidad para evitar la oxidación de los aceites presentes en las fórmulas.

No se trata de un conservante, sino de un activo liposoluble que cumple una doble función. Por una parte protege el producto de los cambios en el olor y el color que producen los radicales libres al contacto del oxígeno cuando se abre el envase. Por otra, neutraliza los generados por la piel frente al sol, el tabaco, el estrés, la contaminación, etc.

¿CÓMO ACTÚAN LOS ANTIOXIDANTES COSMÉTICOS?

No todos los antioxidantes tienen la misma capacidad protectora, ya que existen tres tipos de radicales libres ocasionados por el estrés oxidativo.

  • Los radicales primarios se originan por el oxígeno, producidos generalmente por agresiones ambientales.
  • Los radicales secundarios son especies de carbonilo reactivo, que se forman como consecuencia a la exposición de los radicales libres primarios y que dañan los lípidos de barrera, protectores de la epidermis.
  • Los radicales libres que se producen en la superficie de la célula, generados por su propio su metabolismo.

Esta es la razón por la que la ciencia cosmética formula complejos antioxidantes, combinaciones estudiadas de activos que combaten el espectro más completo de la oxidación.

Muchas de las sustancias empleadas provienen del mundo vegetal. Generalmente, de plantas acostumbradas a prosperar en entornos hostiles, gracias a los antioxidantes que generan.

Buen ejemplo de ello es el Té Blanco, presente en tantas y tantas fórmulas. Raro y codiciado, se produce en las montañas chinas de Fujian. Aunque su cultivo haya traspasado fronteras, tiene cosechas de dos días, durante los cuales se recogen las yemas de sus hojas blancas y plateadas.

La tarea se realiza a mano y su producción es tan reducida, su fabricación tan delicada, que es uno de los tés más caros del mundo. Hoy es un preciado activo cosmético por su actividad antioxidante.

Conocido como la bebida de la inmortalidad antiguamente, el té blanco obtenido de sus hojas marchitadas, tiene una gran riqueza en flavonoides, que neutralizan hasta el 80% de los radicales libres.

ANTIOXIDANTES FRUTALES EN COSMÉTICA

Una de las fuentes fitocosméticas más potentes son las frutas y los vegetales, cuyas moléculas también están presentes en las cremas, por sus poderes antioxidantes. El primer criterio de selección nos lo aportan sus colores.

Antioxidantes frutales en cosmética
  • Amarillo y naranja: Zanahorias, calabaza, boniatos, etc, son fuentes de betacaroteno, popular por promover el bronceado. Lo más interesante sin embargo, es que sus moléculas son precursoras de la vitamina A, importantísima para la regeneración de la piel y las mucosas. El color amarillo de la cúrcuma y la caléndula por ejemplo, se debe a sus flavonoides, reconocidos antioxidantes con poder inmunomodulador.
  • Azul, púrpura, morado y granate: Bayas de gogi, arándanos, uvas tintas, frambuesas y cerezas tienen una gran concentración de antocinadina, más conocida como vitamina P. Responsable de su color, es un activo venotónico, muy protector de los vasos capilares. La tonalidad oscura de estos frutos anticipa su poder antioxidante.
  • Rojo: Es el color del licopeno, sustancia antioxidante del tomate, que tiene la propiedad de conservar sus propiedades a altas temperaturas, incluso a las de la fritura, la cocción o el sellado al vacío de los cosméticos.

LOS PRINCIPALES ANTIOXIDANTES DE LA COSMÉTICA

Constituyen el top ten de los activos anti-radicales, las moléculas más utilizadas por su seguridad y eficacia para prevenir el envejecimiento prematuro de la oxidación.

  • Vitamina A: Actúa sobre la flexibilidad y la regeneración de la piel. Bajo los nombres de retinol y betacaroteno, evita que la dermis pierda su grosor y la protege de los radicales libres.
  • Vitamina E: Mantiene la integridad de los tejidos y es uno de los antioxidantes más utilizados, un clásico contra los radicales libres. Conocida como tocoferol, actúa sobre los lípidos oxidados.
  • Vitamina C: Estimulante de la regeneración celular, que promueve la síntesis de colágeno y neutraliza los radicales libres, mantiene la piel hidratada, nutrida y luminosa. Actúa sobre los superóxidos, oxígeno y lípidos oxidados.
  • Vitamina B: Todas las de este grupo protegen la piel de la oxidación y también nuestras neuronas. Previenen el envejecimiento general del organismo.
  • Selenio: A este reconocido oligoelemento se le atribuyen propiedades antitumorales y antioxidantes.
  • Magnesio: Es un mineral antioxidante que destaca por actuar sobre el sistema nervioso, gracias a sus propiedades relajantes y antiestrés.
  • Zinc: Protector cutáneo que interviene en procesos de cicatrización. A su poder antioxidante se suma su capacidad regenerante, que retrasa los primeros signos de envejecimiento cutáneo.

MOLÉCULAS ANTIOXIDANTES DE LA COSMÉTICA

MOLÉCULAS ANTIOXIDANTES DE LA COSMÉTICA

Se extraen de la naturaleza para regalarnos sus propiedades antioxidantes desde las más diversas texturas.

  • Isoflavonas: Impiden que las toxinas se adhieran a la pared celular, evitando la oxidación cutánea. Protegen la epidermis de las agresiones externas, estimulan su renovación y retrasan el envejecimiento cutáneo. Actúan también como filtro solar.
  • Polifenoles: Son antioxidantes por excelencia, verdaderos protectores del envejecimiento cutáneo. Actúan contra el daño celular y preservan los correctos niveles de hidratación.
  • Flavonoides: Complementan la acción de las vitaminas, aunque sus propiedades antioxidantes son 10 veces superiores.

EN RESUMEN

  • La integridad de las células cutáneas se ve comprometida por los radicales libres, moléculas generadas por nuestro propio organismo, cuya producción se desborda con la radiación UV, la contaminación, las enfermedades, etc.
  • No sólo la piel necesita antioxidantes. Los cosméticos también los precisan para evitar su enranciamiento, un proceso natural que ocurre por oxidación o hidrólisis y que cambia su olor, su color y su textura.
  • Los radicales libres generados por la piel son tan variados como los activos antioxidantes que se conjugan en los cosméticos para combatir todo su espectro.
  • El poder antioxidante del té blanco por ejemplo, se debe a su riqueza en flavonoides, capaces de neutralizar hasta el 80% de los radicales libres.
  • Las vitaminas A, E, C y B, así como los oligoelementos selenio, magnesio y zinc son reconocidos antioxidantes que están presentes en casi todas las recetas cosméticas.
  • Isoflavonas, polifenoles y flavonoides constituyen moléculas antioxidantes que otorgan resistencia a las plantas de las que se extraen, capaces de crecer y prosperar en los entornos más hostiles gracias a ellos.

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